Acciones Nacionales frente al Siglo XXI


Papel de la educación y la empresa frente al siglo XXI

Hoy día ya no sirve la escuela ni los modelos de aprendizaje de hace cien años. La sociedad 2.0 es decir nuestro presente, dará pie a la futura sociedad 3.0 que demanda individuos creativos, emprendedores, críticos, competentes en las TIC, autónomos, con altos dotes sociales, que se adapten fácilmente a los ambientes laborales, capaces de trabajar con cualquier persona, en cualquier lugar y momento. Los niños de hoy no sabemos qué serán en el futuro, pero deberán tener los recursos necesarios para adaptarse a lo que venga.
Algunos expertos intuyen los caminos por donde avanzar. Por ejemplo, en creatividad, que genera oportunidades para que se desarrolle el talento. Y sin embargo, la escuela de hoy condena esa creatividad, ya que se nace siendo creativo, es parte de nuestra inteligencia natural y es lo que diferencia a los seres humanos de las demás especies. El 80% de los aprendizajes se producen antes de los cinco años, después de esta edad a los niños se les empieza a dirigir ordenándoles qué deben hacer, cómo hacerlo y en qué plazos. Esto termina por obstruir las vías de creatividad que estos jóvenes poseen. Hay otros muchos ámbitos nuevos que explorar y desarrollar desde la escuela. La educación emocional en edades tempranas. Ésta debe comenzar en la educación infantil y transcurrir a lo largo de toda la vida, permite al individuo afrontar mejor los retos de la vida y tiene como finalidad el desarrollo del bienestar personal y social. No debemos olvidar que las emociones tienen un valor adaptativo porque nos protegen de peligros, son valiosos recursos de información porque nos pueden hacer ver qué sienten otros y, finalmente, las emociones no pueden estar separadas de la cognición y las habilidades sociales.
Por otro lado el modelo que entiende la empresa como un engranaje más o menos sofisticado que está orientado a proporcionar valor económico a sus accionistas y/o propietarios, cuyo único interés es maximizar el retorno de su inversión, es un modelo propio del siglo XX, caducó y que ha demostrado sobradamente su ineficiencia. Estamos al inicio de un nuevo siglo, donde están surgiendo nuevas sensibilidades sociales, y eso nos tendría que llevar también a plantear un modelo de empresa distinto, acorde con los nuevos tiempos.
De hecho, en lo que llevamos de siglo hemos vivido ya dos crisis económicas; la primera justo en el cambio de siglo que fue la crisis de la llamada nueva economía, una crisis en la que se juntaron los problemas provenientes de la burbuja creada por la economía virtual con los problemas de gobierno corporativo. La segunda crisis, la actual, en la que se han mezclado aspectos de política económica, con prácticas financieras cuestionables, modelos de negocio insostenibles y conductas discutibles. No nos engañemos, en la base de estas crisis está el modelo dominante de empresa, que busca como único fin la rentabilidad económica. A pesar de que ya tenemos sobrados ejemplos de la ineficacia del modelo, ¿vamos a seguir con él? ¿No sería más útil y acertado cambiar de modelo? Frente a la visión instrumentalizadora y continuista de la responsabilidad social, hay otra visión que entiende la responsabilidad social como la ocasión para revisar de arriba abajo el papel que la empresa debe jugar en la sociedad, de qué debe dar respuesta y cómo se supone que debe contribuir al bien común de las sociedades donde opera. En esa visión, la rentabilidad económica no se ve como el fin último en función del cuál todas las demás variables adquieren sentido, sino como una condición necesaria aunque no suficiente para la supervivencia de la empresa; el lugar central lo ocupa, no el dinero, sino las personas; la eficiencia económica es una condición necesaria para el desarrollo de las personas y de las sociedades, pero se somete a ellas. En esta visión, la responsabilidad social no es un añadido, tampoco es un coste, sino una fortaleza, una competencia distintiva, que lleva a innovar, que lleva a hacer las cosas de forma diferente, porque lo que nos guía no es el ganar más sino el ser mejores eso es lo que debemos hacer.



Rol del educador

El siglo XXI se presenta cambiante ya que vivimos transformaciones profundas que afectan todos los aspectos de la vida. Los cambios más vertiginosos e insólitos son parte vital del escenario presente y futuro. Estos cambios según Alvin Tofler son: "el resultado de la convergencia de la era de la tecnología de la información, con la revolución biológica en genética". Por ello el Ministerio de Educación de Panamá se ha planteado como prioridad la necesidad de mejorar sustancialmente todo lo relativo a la formación y perfeccionamiento del docente. Se trata del reconocimiento del importantísimo lugar que los educadores tienen en el logro de procesos de transformación del sistema con mayor calidad, pertinencia y equidad.
Existe en toda la sociedad, un reconocido consenso de la necesidad de mejorar la calidad de la formación y capacitación de nuestros docentes; paralelamente, se llama la atención a la reflexión crítica de lo que las instituciones responsables realizan en esas tareas. El problema no puede verse de manera aislada, sino como parte de una compleja red de relaciones a lo interno y fuera del sistema educativo; se reconoce, así mismo, que son muchos los ejes que participan de los procesos de formación y capacitación y que influyen de manera directa en la práctica profesional de nuestros educadores (sistemas de ingreso a la profesión, carrera docente, salarios, imagen social del docente, entre otros).
El Nuevo Docente Panameño, tiene un perfil que sintetiza los atributos y competencias genéricas que en el plano personal y profesional debe poseer el educador de los niveles de Educación Básica General y Media frente a los nuevos escenarios del Siglo XXI. El docente le corresponde ser: innovador, tecnólogo, humanista, investigador, motivador, didacta, espiritual, que posea sensibilidad y sobre todo que integre en su perfil personal-profesional la práctica de valores, características estas, que permiten que un docente con su formación, sea integral. La búsqueda del perfil ideal será nuestro compromiso como los pioneros paradigmáticos, quienes con perseverancia modificarán patrones y conductas establecidas. Desaprender para aprender es prepararnos para afrontar los desafíos y cambios vertiginosos como vanguardia de la innovación. Se trata de un asunto de interés nacional que por lo tanto exige de la mayor atención para alcanzar los consensos necesarios que hagan posible su real y oportuna concreción.


Vídeo



Sara Morales Gallego [HispanTV]. (2016, noviembre 16). Debaten en Panamá sobre retos de América Latina en siglo XXI [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://youtu.be/MATU8emThL0

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